lunes, 23 de agosto de 2010

Colgados del Sushi





Japón siempre resulta sugerente, sobre todo si la pieza la haces pensando en alguien que adora las cenas de sashimi y palillos.
Éste collar es una parte del regalo para mi amiga Marta, que ha cumplido 23 fantásticos años. Espero que en estas horas no le dé por meterse al blog porque me estoy arriesgando y os lo estoy enseñando a vosotros antes que a ella. Es sencillito y diáfano pero muy resultón, me gusta como ha quedado, sí; además ya he escogido una combinación de colores otoñales, que aunque cuesta pensar en ellos, ya están a la vuelta de la esquina (vaya contrastes estos días entre una temporada y otra!!) así que me he decidido por la cadena dorada envejecida y las geishitas en morado.
(Su precio es de 10 euros)
Espero que le guste. Le he cogido además un libro y creo que será un regalo redondo.

Derrítete




Cuando creíamos apenados que el verano tocaba retirada, ha vuelto el calor sofocante!! Muchas ya habíamos hecho planes de "El lunes empiezo la dieta!", creyendo que con la insinuación de un otoño temprano terminaríamos con el inevitable impulso de lanzarnos sobre las refrescantes, coloridas y apetitosas bolas de helado. Pero no, Lorenzo se vuelve a vestir de gala para darnos un tórrido fin de agosto.
Hoy os ofrecemos un helado que por fin y verdaderamente NO ENGORDA!!! Se trata de un magnífico broche en fimo barnizado, con cierre de seguridad, de suculento helado de fresa. Su precio es de 6 euros y dura más y se derrite menos que los habituales.
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Toma pan y moja!



Los huevos fritos son, para Mazorquita, cena de verano en el pueblo. Ármate con dos pedazos de pan y ataca, son deliciosos, atemporales y muy typical spanish.
¡Han causado verdadero furor!
El par de pendientes en fimo barnizado con cierre a presión cuesta sólo 4 euros, por ese precio, no pases ganas de ellos!
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domingo, 15 de agosto de 2010

Háblame del mar, marinero



Mazorquita soñaba con navegar. Día y noche esperando, con los pies colgando desde el muelle, oyendo el oleaje. Su madre le gritaba desde el balcón que olía a pescado en salazón. Pero ella recogía durante todo el verano el primer rayo de luz sobre la superficie del agua del mar y el último reflejo, ya oscuro, de los últimos instantes de
sol. Luego esperaba hasta que la oscuridad invitaba a las aguas a subir y, con la marea alta, sus pies chapoteaban y su pelo, apelmazado en las horas secas, se salaba. Si se estaba lo suficiéntemente quieta, los peces le besaban las puntas de los dedos de los pies.
Soñaba con veleros y sirenas y despertaba, acartonada, en el anzuelo de un viejo marinero madrugador, que pacientemente tallaba con la navaja pequeños barcos de madera.
Pulsera de cuerda con apliques en fimo barnizado 6 euros
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