Apareció una mañana enganchada en la punta de su zapato, el rocío perlaba los molinillos y un viento helador de finales de invierno peinaba la hierba. Era blandita y fresquita, olía a cielo y se estremecía a cada paso en el cuenco de sus manos. Mazorquita no sabía cuánto tiempo había estado observándola titilar antes de decidirse a cogerla; su aparente fragilidad la resolvió, no llegaría a casa entera viajando en sus merceditas. La metió en la nevera y la cubrió con un vaso, ya tenía su propia nubecilla.
Pendientes en fimo barnizado con cierre clásico de tuerca en plata 5 euros.
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Pide por esa boquita