Se durmió en una cesta de fresas frescas, recién cortadas, brillantes...sólo una siesta -se dijo- y cuando despertó no quedaba nada del lecho fresquito, las fresas nadaban en un líquido oloroso, dulce y pegajoso, así que tuvo que lamer y lamer y lamer sus alitas para poder retomar el vuelo, el azucar de la fruta las había dejado pesadas e inútiles. Al principio fue un trabajo fácil y hasta delicioso pero tras un rato era una tortura, el estómago le dolía y volvió a la colmena dando tumbos con una barriga enorme y un empacho terrible ¡Nunca volvería a dormirse en cestas ajenas!
Diadema de fieltro 4 euros.
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